Todo el mundo presta atención a las cosas que ocupan el espacio, pero ¿quién presta atención al espacio mismo?
Las últimas teorías científicas apuntan a que el espacio no está vacío, sino lleno de energía. Cuando retiramos la atención de los objetos físicos y tomamos conciencia del espacio que nos rodea se produce un cambio de conciencia dentro de nosotros, y la razón es la siguiente:
Los objetos físicos como muebles, paredes, etc, son el equivalente interno a nuestros pensamientos y emociones. Y el espacio vacío es el equivalente a la conciencia interna que permite existir a pensamientos y emociones, del mismo modo que el espacio permite existir a los objetos físicos.
Cuando tomas conciencia del espacio que te rodea, también tomas conciencia de tu espacio de no-mente, de pura conciencia. No pienses en el espacio, más bien intenta sentirlo. Presta atención a la “nada”. Cuando eres consciente del espacio, en realidad, no eres consciente de nada, excepto de la conciencia misma: tu espacio interior.
Cuando los sentidos, que están diseñados para percibir forma, encuentran una ausencia de forma, la conciencia ya no queda eclipsada por ella. Así, la contemplación del espacio puede convertirse en la puerta de entrada a tu interior.
Cuando contemplas la profundidad insondable del espacio o escuchas el silencio de la madrugada, justo antes del amanecer, algo dentro de ti resuena con ello, como reconociendo que este precioso silencio sin forma eres más tú que ninguna otra cosa.
Fragmento del libro:
Una nueva tierra, de Eckart Tolle