He aprendido que ser una persona introvertida no necesariamente significa reservada, sino que te recargas en soledad. Después de una introspección prolongada, he llegado a comprender que necesito dosis regulares de retiro para mantener mi cordura y energía, y sin ella, me desoriento y me agoto.
Cuando el exterior es más estimulante que el interior, algo que sucede con facilidad, pierdo la conexión conmigo misma y con ello mi equilibrio. La acelerada actualidad sobre estimula mis sentidos, especialmente visualmente. El exceso de información me abruma y arrastrada por la corriente, me pierdo en mi propia vida.
Al revisar el pasado, entiendo que dedicar mi trabajo a la creación de espacios no ha sido fruto de la casualidad. Ahora, con perspectiva, puedo ver que sin ser consciente de ello, la vida me ha conducido a ofrecer a través de la belleza aquello que yo misma necesito , el regreso a la calma, para mejorar con ello la vida de las personas.
Mi trabajo se ha convertido en un reflejo de mi forma de entender la vida, una búsqueda de la belleza y del equilibrio interior. Entiendo el hogar como un lugar de tranquilidad. Un espacio en el que al penetrar en él, nos aleja del ruido exterior y nos devuelve de inmediato a ese estado de sosiego, silencio y presencia. Espacio físico como metáfora de espacio mental. Es en esta relación donde el espacio vacío equivale a la conciencia, y los objetos que ocupan el espacio equivalen a nuestros pensamientos.
Entonces, cuando el espacio vacío importa tanto como el ocupado, el equilibrio aparece.
GLORIA